Africa y Asia: adorno y protección

Africa, desnuda o recargada

El traje tradicional del hombre del Africa blanca musulmana está formado por una camisa blanca, un pantalón bombacho, o zaragüelles, y un vestido de lana, la chilaba, rematados por el albornoz. La cabeza va cubierta por un casquete de fieltro recubierto por una almalafa, velo protector sujeto por un drapeado de cuerda de pelo de cabra o de camello. Las mujeres del campo musulmanas llevan un vestido drapeado sujeto por dos fíbulas y con un cinturón. La mayoría de ellas se cubren con un velo para salir a la calle por la influencia islámica. Este velo se completa a veces con una máscara que varía según los países. El Africa negra se muestra desnuda o recargada según haya sido la influencia recibida. La influencia musulmana y cristiana ha introducido el taparrabo drapeado para los hombres, completado con un corpiño para las mujeres, y recubierto por un «bubú», deformación de mboubeu, larga túnica más o menos suntuosa según las circunstancias. El taparrabo se utiliza sólo para trabajar. Tampoco hay que olvidar el Africa de los hombres y mujeres engalanados, donde proliferan exiguos taparrabos de todos los materiales, dejando libre la posibilidad de utilizar las decoraciones corporales más refinadas: tatuajes de los pueblos del sur del Sahara, escarificaciones de Africa Central, unidos a las pinturas simbólicas y rituales. Las numerosas joyas y los peinados aletas de una complicación extrema, tales como los peinados de las mujeres fulani de Nigeria, constituyen un universo ancestral donde el mundo cotidiano se mezcla con el mítico y en el que la imagen es casi siempre difícil de analizar.

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