Amenazas para las producciones vegetales

Falta de genes

Las especies vegetales que cultivamos de forma intensiva no representan más que una ínfima parte de las especies existentes en nuestro planeta en estado salvaje. Gracias a las sucesivas mejoras mediante procesos de selección, los agrónomos y los horticultores han podido obtener variedades de trigo, de zanahorias o de rosales, que ahora se producen en grandes cantidades. Para llegar a esto, ha sido necesario sacar el mayor provecho de las cualidades genéticas de las especies que han servida de progenitoras, explorando minuciosamente la inmensa reserva botánica del planeta. ¿Qué pasaría si esta reserva se agotara? Ahora bien, esto es exactamente lo que sucede cuando un cultivador, deseoso de obtener mayor rendimiento, toma la decisión de abandonar una variedad antigua por otra más nueva. Pero las nuevas variedades, aunque puedan ofrecer incuestionables ventajas, no tienen por ello todas las cualidades; por ejemplo, pueden no ser resistentes a ciertas condiciones particulares, como sequía, frío o algunas enfermedades. Para procurarles estas facultades de adaptación, se las cruza con variedades más viejas y generalmente más rústicas, ¡si siguen existiendo! Conservar estas variedades «víctimas del progreso» se ha convertido en un propósito de envergadura mundial. Gracias a la iniciativa de los científicos se han creado bancos de genes repartidos por todo el mundo para preservar estas plantas en peligro.

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