Bizancio: una pintura para la eternidad

La herencia de la Antigüedad tardía

En la Antigüedad clásica, la pintura trataba de proporcionar al espectador la ilusión de personas o de objetos reales. Pero durante el transcurso de los s. III y IV de la era actual, los artistas, de acuerdo al mismo tiempo con la fe y la filosofía neoplatónica contemporánea y las tendencias profundas del arte en las provincias apartadas del Impelio romano, se habían interesado cada vez menos por la realidad material y cada vez más por el mundo de las ideas. Esos artistas expresaron aquellas ideas por medio de formas simbólicas y de un repertorio de signos visuales. Tal procedimiento concordaba con la actitud de los bizantinos, para los cuales la pintura tenía la función de hablar de Dios a los fieles v no la de representar la materia perecedera. Los pintores bizantinos acentuaron todavía el olvido de la tercera dimensión, recurriendo a los fondos de oro, abandonando las sombras y presentando las figuras en posición frontal. Pero, al contrario de lo que aconteció en la Europa latina después de la caída del imperio de Occidente, jamás olvidaron la monumentalidad antigua ni las proporciones de la figura humana.

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