El traje de luto negro aparece en Francia a principios del S. XIV, pero los reyes llevaban el luto en rojo y, a partir del S. XVI, en violeta, mientras que las reinas lo llevaron en blanco hasta la mitad del mismo siglo. Con el curso del tiempo muchas prendas han sido asimiladas al luto: la caperuza (especie de capuchón) y la gran capa de los S. XIV y XV por ejemplo. Al final de la Edad Media las mujeres lucían siempre chales y gorros de crespón: las viudas, por su parte, usaban el griñón. En el S. XVIII, las plañideras llevaban largos manguitos lisos cosidos en el reverso de las mangas del vestido, que eran un signo de gran duelo en los hombres. Las vestimentas cambian también según si el luto es reciente o ha pasado ya algún tiempo: así en el S. XIX, el gran luto exige el negro, el semiluto el gris, blanco o malva.
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