¿Cómo se estudian las rocas?

Las muestras sobre el terreno

Antes de tomar una muestra de la roca, el geólogo debe efectuar un máximo de observaciones del lugar mismo. Para ello se ayuda de los mapas topográficos y geológicos e incluso de fotografías aéreas. Anota con precisión las características de la muestra mediante una brújula, un clinómetro (que le permite medir la pendiente de las capas) y a veces un altímetro (el cálculo de la altitud puede ser precioso en un país de grandes desniveles). Frecuentemente hay que descubrir capas de terreno y medir su espesor. Las fotografías pueden resultar fructíferas, si no se olvida insertar un elemento que proporcione la escala del objeto geológico fotografiado. El geólogo puede comenzar un breve estudio de la naturaleza de las rocas observándolas con la lupa (con un aumento de 5 a 10) y sometiéndolas a la acción de algunas gotas de ácido clorhídrico (las rocas carbonatadas hacen efervescencia con este ácido), o con otros reactivos bastante comunes, como el de molibdeno que colorea de amarillo los fosfatos, o el azul de timol, que, en presencia de dolomita, vira del naranja al azul-violeta. La extracción se realiza con el tradicional martillo de geólogo. En terrenos duros suele ser necesario un buril, ya que se puede introducir en las fisuras, y a veces un mazo e incluso una barra especial, para arrancar determinados trozos. La extracción de rocas a algunos metros de profundidad puede efectuarse con ayuda de taladros de mano. Las muestras, cuidadosamente etiquetadas y embaladas, se llevan a continuación al laboratorio.

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información