De la intimidad al realismo: el teatro ruso

Un arte dramático de importación

El zar Alejo, seducido por las costumbres de las cortes occidentales y que, además, vio en el teatro un medio de afirmar su poder sobre la supremacía de la Iglesia, encargó al pastor alemán Grogorii escribir y representar una pieza sacada del Antiguo Testamento: Artajerjes, cuyo estreno tuvo lugar en 1672. El espectáculo, inspirado en el teatro escolar y edificante de los jesuitas, alternaba los diálogos y monólogos en forma tremendamente estática. Sin embargo, siguiendo esta pista, aparecerá un repertorio ruso, más accesible a todos. Pedro el Grande no logró hacer del teatro el instrumento de propaganda, el soporte de las ideas reformadoras con que soñaba, mas la aceleración del proceso de teatralización llevó, en 1756, a que la emperatriz Isabel creara el primer teatro profesional ruso, confiando su dirección a Fedor Volkov. Con Catalina II, el teatro de la corte de San Petersburgo se sometió a los modelos italianos (commedia dell'arte) o franceses. Por el contrario, Moscú se dotará de un teatro ruso, gracias a los estudiantes de la nueva universidad, concurrido por la nobleza liberal, los intelectuales y los funcionarios. Así, el repertorio estará constituido, dejando aparte las obras extranjeras, por tragedias «a la francesa» (A. Sumarokov), comedias lacrimosas y dramas burgueses. El mayor dramaturgo de la época, D. Fonvizine, denuncia en sus comedias (El brigadier, 1779; El menor, 1782) los dos vicios fundamentales de la nobleza: la galomanía y la brutalidad.

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