El agua: encontrar el equilibrio

Los comienzos de la irrigación

Para poder alimentar a un país muy poblado, los antiguos emperadores chinos crearon una amplia red de regadíos que tomaba sus aguas de los ríos Azul y Amarillo. Gracias a ella se podía desarrollar el cultivo intensivo del arroz. En la India (2.000 años a. C.), la irrigación de la cuenca del río Indo llegó a ser perfecta. Este sistema sería abandonado hacia el s. XV d. C., produciéndose un neto empobrecimiento. En el s. XIX, bajo el dominio británico, se restableció parcialmente el antiguo sistema de riego. Mesopotamia contaba ya con una red de canales procedentes del Tigris y del Eufrates, bajo los reinados de Nino y Semíramis (unos 800 años a. C.). Tras el abandono del sistema de regadíos, con la invasión musulmana, la prosperidad de esta zona declinó notoriamente. El Egipto faraónico aprovechaba las crecidas del Nilo gracias a un conjunto de diques y canales y a una serie de pozos artesanos construidos en el interior del país. Al comienzo de nuestra era, una desorganización total de estos métodos echaba por tierra el fruto de aquellos esfuerzos. Los árabes emprendieron el aprovechamiento de las tierras que iban conquistando: en Egipto restauraron la red de riego de la época faraónica y en España realizaron importantes obras en este sentido en Andalucía y Valencia.

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