El aprovechamiento de las tierras
La preparación del suelo El desmonte o desbroce del suelo puede hacerse mediante el fuego o con máquinas (desbrozadoras, tronzadores, buldozers). La textura del suelo, modificada previamente por el clima (humedad o sequedad, hielo, etc.) y por la acción de los seres vivos (animales y raíces de las plantas), se transforma totalmente merced al trabajo del agricultor. Gracias al riego y al drenaje, suelos no aptos para el cultivo se hacen fértiles. Estos nuevos espacios se dividen en parcelas. En las regiones llanas, esta operación tiene como objetivo asegurar una conducción óptima de las aguas de lluvia. En las montañosas se puede hacer cultivable un suelo en pendiente reteniendo el agua y la tierra con pequeños diques que aíslan parcelas más o menos horizontales y llanas. Esta técnica de cultivo en terrazas se utiliza, sobre todo, en los países mediterráneos y en el Sudeste asiático. El aprovechamiento del suelo comienza por el mullido en profundidad y en superficie, lo que facilita la circulación del agua, del aire y del calor y la penetración de las raíces. También influyen, de manera determinante, la época del año, la profundidad y la forma del trabajo de la tierra: si se labra en otoño, el agua de lluvia se acumulará en el subsuelo y los elementos fertilizantes no se desaprovecharán como consecuencia de la infiltración.
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