El barroco

Si el arte del Renacimiento es una búsqueda de la belleza serena y equilibrada, el barroco, por el contrario, es la expresión de la inquietud y de la tensión. Frente a las líneas suaves prefiere la variedad de las formas y da la sensación de una búsqueda inagotable. Utiliza, asimismo, los juegos de claro-oscuro, que contribuyen a crear la atmósfera mística tan apreciada entonces. Tanto las iglesias como los palacios son, casi siempre, más oscuros que en el siglo anterior. Otra característica del barroco es el tratamiento macizo de la arquitectura y la profusión decorativa. Lo que le distingue de un estilo ágil y preciosista radica, precisamente, en las formas pesadas y plenas que utiliza. Sin embargo, el efecto buscado no es estático, pues las formas se contraponen y se desequilibran para dar impresión de movimiento. El barroco es el estilo decorativo de las monarquías absolutas, tanto laicas como religiosas. Es el arte que escenifica el espacio y la sociedad y, con frecuencia, se le ha tachado de «teatral».