El esplendor del teatro isabelino

Las primeras tragedias

Thomas Kyd recoge la antigua inspiración de Séneca en su Tragedia española (1586). Las sombras y los símbolos de la venganza dirigen la acción, donde aparecen ya personajes y situaciones que pronto caracterizarán el género: nobles ancianos, amantes, asesinatos, horrores y relatos heroicos. Christopher Marlowe encarna la revolución lírica contra el orden establecido: Tamerlan (1587) tendrá para Inglaterra la misma significación que El Cid, de Moliere, para Francia 50 años más tarde. En 1588, su Historia trágica del doctor Fausto establece la dualidad de la condición humana entre el saber y el poder.

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