El otro lenguaje

El arte, hecho humano y hecho social

El arte aparece como una función esencial del hombre, indispensable tanto para el individuo como para las sociedades, a quienes se ha impuesto desde los orígenes prehistóricos. El arte depende estrechamente del hombre, hasta el punto de modificarse al mismo tiempo que él, y, por otra parte, constituye el reflejo y la expresión del ser humano. Ya se trate del hombre colectivo, captado en su entorno social, o del individuo en solitario, el arte cumple la función de un espejo, de revelador de uno y otro. Pero, gracias a la fuerza de las imágenes, a la resonancia de los símbolos que representa, no es inerte; obra sobre el espíritu, la sensibilidad, el psiquismo humanos, sobre lo imaginario o el inconsciente de los grupos sociales. Sin embargo, y aunque sufre la influencia del medio que lo produce y del espacio que lo rodea, el arte constituye un mundo en sí mismo, obedece a sus propias reglas. En su carácter de forma de expresión, aplica unos sistemas derivados en los que se suman fondo y forma, signos y significados; de este hecho ha nacido la tendencia a compararlo con un lenguaje que es necesario aprender a descifrar.

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