El siglo XIX: del romanticismo al bulevar

Victor Hugo: el romanticismo de las tinieblas

Victor Hugo (1802-1885) arroja a sus héroes a la historia y sobre ellos se cierne la fatalidad. El profesa un nueyo dogma: hay que utilizar la historia sagazmente y con respeto; hay que hacerse valedor de la integridad poética y, sobre todo, introducir lo «grotesco», eliminado desde el teatro isabelino. Hugo conduce el drama y la irrisión, los reyes y los bellacos de la corte de los milagros con el mismo cuidado de autenticidad. El rey se divierte, María Tudoi y Lucrecia Borgia, obras cargadas de violencia y patetismo, aparecen a veces como trasposiciones de los problemas políticos y sociales de su tiempo. Hugo nos impone sus propias visiones, se preocupa por todos los detalles concernientes a la representación de sus dramas, diseña los decorados y decide las cuestiones de escenificación. Ruy Blas, en 1838, fue su más bella realización.

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