• Problemas políticos y sociales. En los diez años siguientes al final de la guerra, los problemas económicos se unen a los de política internacional. El bloque nacional (Raymond Poincaré) impone una ejecución estricta de las cláusulas del Tratado de Versalles, y se mantiene en el poder gracias a la prosperidad económica del momento. En 1924, a consecuencia del aumento de los impuestos en vísperas de las elecciones, la oposición se reagrupa bajo Edouard Herriot e intenta, durante dos años, gobernar Francia, cosa que no logra a causa de las crecientes dificultades económicas. Raymond Poincaré toma de nuevo el poder y estabiliza las finanzas (devaluación de 1928). Durante este tiempo el ministro de Negocios Extranjeros, Aristide Briand, lanza una política de conciliación con Alemania: Pacto de Locarno en 1925, Pacto Briand-Kellogg en 1928.
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