Desde los tiempos más remotos el hombre ha buscado remedios para aliviar o curar sus males. Los primeros medicamentos, o drogas, eran productos, en estado bruto, de origen natural: vegetal, animal o mineral. Administrados al enfermo en forma de pócimas, de infusiones o de sustancias de aplicación local, eran patrimonio exclusivo de charlatanes y brujos. Las primeras boticas, antepasadas de las farmacias actuales, aparecieron en Europa en el s. XIII. Pero hasta el s. XIX no llegaría a desarrollarse la industria farmacéutica en los países occidentales. El desarrollo del análisis químico ha permitido aislar, por otra parte, bajo forma de productos purificados, los principales agentes activos contenidos en las drogas de las antiguas farmacopeas. El s. XX ha conocido, de tal modo, el nacimiento de la quimioterapia, que utiliza la fabricación de nuevas moléculas sintéticas que vienen a completar la gama de los medicamentos de origen natural. La industria cosmética, por su lado, comprende las industrias de la perfumería, de los productos de belleza y de los productos de higiene. Abarca, pues, una gama muy diversificada, que va desde los productos de consumo cotidiano, como el jabón, el dentífrico y el champú, a productos tales como perfumes, considerados objetos de lujo.
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