Formación y evolución de los suelos

Los suelos se han formado por la alteración de las rocas en contacto con los agentes atmosféricos, ayudados por los agentes biológicos. Los principales factores de la formación de los suelos son seis: el clima: las precipitaciones favorecen el lavado de los elementos, la temperatura y la humedad, la descomposición de los materiales; la naturaleza de la roca madre: resistencia a la descomposición, permeabilidad, porosidad, composición química; la topografía: puede favorecer más o menos la circulación de las aguas de chorreo y la acción de la capa freática; la vegetación: puede modificar localmente el clima a nivel del suelo, la circulación de las aguas, etc. (por otra parte, al evolucionar, los productos orgánicos producen el humus que toma parte activa en la formación de los suelos); la fauna: los animales cavadores modifican la distribución de los restos vegetales, cuya descomposición inician las bacterias; el hombre: la agricultura, al modificar la vegetación, puede enriquecer o, por el contrario, degradar los suelos. Los suelos residuales están generalmente constituidos por arcillas, carbonatas y óxidos. La presencia de arcilla es muy importante, ya que permite retener el agua y los elementos fertilizantes: sales amoniacales, nitratos, etc. Los complejos arcillo-húmicos del humus determinan las posibilidades de aireación y de hidratación de los suelos, y de ahí la importancia en agricultura. Junto a los suelos residuales están los suelos llamados transportados, cuyo origen puede ser muy variable: suelos desplomados, suelos aluviales de los lechos de ríos y deltas, suelos glaciares, suelos lacustres, suelos eólicos (los loëss).