Fundición, hierro, acero y vidrio para una arquitectura audaz

Adaptar la forma a la función

Esta audacia se debe a Henri Labrouste, su creador, con la construcción de la biblioteca de Santa Genoveva, en 1843. Por primera vez se coloca una estructura de fundición y hierro forjado en un edificio público, aunque Labrouste oculta esta estructura con obra de albañilería. Para la sala de lectura de la Biblioteca nacional de París realiza una admirable proeza técnica: delgadas columnas de fundición sostienen las cúpulas de una vidriera que ilumina la habitación. En la nave central hay múltiples pasarelas, escaleras y techos que responden a una arquitectura funcional. Aquí, el arte de construir saca partido al material, permitiendo de esta manera unir estabilidad y ligereza.

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