Interrogantes para el futuro: ¿hacia una sociedad del ocio?

La noción de «trabajo» como la alienación del tiempo individual a cambio de una remuneración es reciente; implica una clara diferenciación entre los trabajadores y los demás: desempleados, y gente sin oficio. En ese contexto, la madre que prepare la comida de sus hijos no trabaja, mientras que sí trabaja el cocinero de un restaurante. Una imagen sin duda esquemática, pero clásica, porque es imposible imaginar otros modelos de sociedad en los que podría desaparecer esa noción de «trabajo» a cambio de una actividad obligatoria, como la confección de objetos a cambio de servicios. Mientras que las máquinas y robots se encargarían de fabricar constantemente las «cosas utilitarias» y las computadoras se encarga- rían de la gestión y de las comunicaciones, el individuo, liberado, podría decidir sobre la ocupación de su tiempo. Pero ahora se plantea una difícil elección: ¿escogeremos entre cultivar nuestro huerto o nuestro espíritu? ¿Nos encerraremos en casa o nos decidiremos por actividades externas? ¿Cómo estará codificada una sociedad en la que ganar dinero no será el objetivo principal ni el criterio de diferenciación entre los individuos?