La arquitectura teatral contemporánea

El cuestionamiento del espacio teatral

En este debate, los argumentos políticos se unen a los alegatos formales en la necesidad de innovar. El teatro-monumento significa, para algunos, la cristalización, en la arquitectura, de una jerarquía social actualmente en desuso. Con todo, el principal reproche se dirige al fraccionamiento del espacio en dos mundos extraños: el telón y el escenario elevado forman una especie de línea de separación infranqueable entre el espectador y el espectáculo mismo. En el momento en que el ruso Vsevolod Meyerhold aspira a destruir la «caja escénica», la nostalgia por el tablado de feria desnudo dicta a Jacques Copeau la idea de un teatro despejado de sus artificios en el que desaparecerían telón y candilejas, en pro de un volumen unificado (1913). Sin embargo, ese mismo año se inaugura el teatro de los Champs Elysées, construido por los hermanos Perret según un proyecto totalmente respetuoso de la tradición. El arquitecto holandés Henry van de Velde concibe para la exposición del Werkbund, en Colonia (1914), un teatro excepcional, con sala frontal y triple escena dioramatizada.

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