La aventura del arte abstracto: pintura abstracta

Kandinsky o la voluntad de abstracción

Kandinsky, pintor ruso instalado en Munich, realizó, no sin esfuerzo, un acto consciente al conseguir pintar una acuarela, en 1910, en la que las manchas de color y las líneas nerviosas sugieren por sí solas el movimiento, el espacio y la tensión interior del artista en el momento de la creación. A imagen de una caligrafía vacilante, resultado de un estado de nervios, la obra no puede ser otra cosa que la expresión del alma del artista, sin pretender mostrar ni contar nada. Así pues, para Kandinsky, «el artista ya no nombra, expresa», y es tarea del espectador percibir la significación profunda de lo que se ha expresado. Semejante paso no era fruto del azar, sino el resultado final de una convicción profunda. El pintor afirma el poder de exaltación del color y la importancia del ritmo, semejante al de una composición musical (muchos de sus cuadros sin título han sido designados como Composición).

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