La cara oculta del vestido: lencería y ropa interior

La camisa: de prenda interior a ropa de calle

La camisa es, de todas las prendas interiores, no sólo la más antigua, sino también la más llevada por ambos sexos. Surgida de la antigua túnica interior, que se ponía sobre la piel, conserva durante siglos la misma forma con un poco de vuelo y mangas pegadas, largas para los hombres y más cortas, a partir del S. XVIII, para las mujeres. La camisa masculina es, hasta mediados del S. XIX, muy fina, amplia y con un cuello flexible. Hacia 1840 aparece una pechera que anuncia ya la rigidez de la ropa masculina de la Belle Epoque. Habrá que esperar hasta 1930 para asistir a la desaparición de los puños y cuellos almidonados. Hoy día, ligera y de colores, la camisa de hombre se ha convertido en una prenda de calle. En el S. XVIII, la camisa de mujer era de tela fuerte; pierde las mangas a finales del S. XIX y en 1910 desaparece el escote enjaretado en provecho de las hombreras. Ahora se reduce a una pequeña prenda tejida que se usa sobre todo en invierno: la camiseta. A estas prendas hay que añadir el famoso corsé que sucedió al cuerpo de ballenas del S. XVIII.

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