La explosión romántica: utopía y realidad

El preludio inglés

Fue sobre todo en Inglaterra, desde mediados del s. XVIII, donde comenzaron a multiplicarse las señales anunciadoras de la inminente tempestad. El «prerromanticismo» inglés, desprovisto casi por completo de teóricos, volvió la mirada hacia el pasado medieval, y se embelesó ante la época isabelina. Una sensibilidad melancólica, el amor hacia los humildes, las aspiraciones religiosas… Todo esto es claramente perceptible en poetas como Young (Las noches, 1744), Gray (Elegía escrita en un cementerio rural, 1751) y Burns. Un genial ilustrador, Blake (1757-1827), impuso ya toda una parte del futuro panteón romántico: Young, Dante, Mílton, El Libro de Job, etc., y publicó poemas apocalípticos que anunciaban los Cantos de Maldoror (1868) del francés Lautréamont. En 1760, un erudito escocés, Macpherson, publicó lo que presentaba como poemas de un bardo del s. III, Ossian. Aquellas evocaciones de brumas y de apariciones habrían de extenderse sobre toda Europa.

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