La Gran Guerra: Europa mutilada

Sin novedad en el frente oeste

En 1915, el conflicto franco-alemán se convierte en una guerra de posiciones en la que los hombres de ambos ejércitos, escondidos en sus trincheras, se hacen frente a varios kilómetros de distancia unos de otros. Para ambos ejércitos, la preparación y la protección de un frente continuo constituyen la preocupación inmediata. Junto a esta estrategia de agotamiento se desarrollan, por ambos lados, tentativas de abrirse paso a través del frente enemigo. Para esto es necesario desarrollar la artillería pesada e igualmente la aviación, que es la encargada de fotografiar las posiciones enemigas y de coordinar el fuego de la artillería y el bombardeo de los depósitos del adversario. Esta guerra de desgaste, además de suponer grandes esfuerzos para elaborar tácticas eficaces, significa también una sangría en cuanto a soldados, a ambos lados del frente. En 1915 no se produce ningún cambio decisivo en el oeste, mientras que el combate esencial se plantea en el frente ruso. La ofensiva de Hindenburg y de Ludendorff comienza el 2 de mayo de 1915 en el frente oriental, entre el Vístula y los Cárpatos. En 48 horas, las tropas alemanas han conseguido abrir una brecha en el frente ruso. Otros dos ataques se desencadenan seguidamente y, a finales de septiembre, los ejércitos austro-alemanes ocupan una franja que va desde el Báltico al Dniéster. El ejército ruso ha quedado seriamente afectado, pero no ha sido destruido.

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