Las prioridades después de la segunda guerra mundial Tras la guerra, los Estados Unidos dieron ejemplo de modernización de la agricultura hasta obtener rendimientos prodigiosos. El caso de los maíces híbridos es típico, pues en menos de veinte años se obtuvieron cosechas cinco veces mayores que las anteriores. La llamada «revolución verde», que en la década de los sesenta surgió a partir de los trabajos de investigación iniciados en 1944 por Norman E. Borlaug —y que le valieron el premio Nobel de la Paz en 1970, por la repercusión humanitaria que sus esfuerzos habían tenido en pro de combatir el hambre en el mundo—, multiplicó por 4 los rendimientos de trigo en México y por 10 los de la región indostánica. El Centro Internacional de Mejora del Maíz y Trigo (CIMMYT), con el que el gobierno español —a través del INIA— mantiene un acuerdo de cooperación, resume y prosigue estos trabajos a nivel mundial, simultáneamente con otros Institutos Internacionales de Investigación para diversos productos o áreas agrícolas, bajo la tutela —desde 1971— del Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), al que el INIA se ha incorporado como miembro patrocinador. Se trata de seleccionar o alcanzar nuevas variedades vegetales capaces de sobreponerse a los factores ecológicos limitativos de la productividad: insolación, pluviometría, suelo, plagas y enfermedades, etc. En nuestro país, las investigaciones en cereales han dado importantes resultados prácticos, entre los que se cuentan la obtención del triticale y de notables variedades de arroz —como la «Bahía», «Júcar» y otras— que permiten obtener en España rendimientos superiores a los 6.000 Kg/Ha, mientras que el promedio mundial no llega a los 2.500 Kg/Ha.