La literatura infantil

¿Cuándo «progresó» la literatura infantil?

En los años 1870-1890 se asistió al fulgurante aumento de una producción destinada a una «nueva clase» de edad: los jóvenes lectores. En Francia, por ejemplo, la producción anual de libros para niños saltó de 270 títulos en 1870, a 1.000 títulos en 1890. En la segunda mitad del s. XIX, en efecto, la expansión demográfica, la alfabetización y la extensión de las escuelas atrajeron fuertemente la atención de los editores sobre la existencia de un público de niños: se comenzó a escribir para ellos. Ya no era posible desconocer el importante lugar que el niño ocupa en la familia y la sociedad. Además, el desarrollo de las comunidades y de las exploraciones, así como las conquistas coloniales, contribuyeron al florecimiento de la novela de aventuras (London, Curwood, Stévenson). Gracias a los progresos de las técnicas de impresión, muy pronto se multiplicaron también las historias ilustradas: desde La familia Fenouillard (1889) hasta Tintín (1921) o La historia de Babar (1931). Un nuevo medio acabaría por imponerse rápidamente: la historieta (los «comics» americanos).

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