Las fiestas y los teatros del Renacimiento

Entradas y fiestas reales

A finales del S. XV y durante la primera mitad del XVI, durante las entradas principescas, se muestran «cuadros vivientes» o «escenas de pantomima». Estas entradas las organizan los soberanos y los poderes municipales. El cortejo de notables se encuentra con el cortejo del soberano a las puertas de la ciudad y lo escolta a lo largo de las calles adornadas con follajes, antorchas, tapices, paños blancos, hasta el palacio o el ayuntamiento. Además de la iglesia, donde se entra para cantar el Te Deum, el itinerario prevé un cierto número de paradas en lugares fijados por la tradición. En ellos se levantan los decorados que son, frecuentemente, verdaderos teatros callejeros. Cada uno de estos decorados constituye una parte del discurso que la ciudad dirige al soberano. Sólo los miembros del cortejo pueden escucharlo en su totalidad; los habitantes de la ciudad, reunidos a lo largo de las calles o en cada una de las estaciones de la procesión, reciben únicamente una impresión fragmentaria. No obstante, la sensación de participación no deja de ser considerable: los diversos gremios de la ciudad están representados en el cortejo, los distintos aspectos de la vida ciudadana se expresan mejor en los decorados; de hecho, cada una de las corporaciones se encarga de construir uno de esos edificios temporales.

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