Libertad e imaginación del romanticismo

La literatura y la imaginación

A las cualidades morales de la pintura neoclásica de finales del s. XVIII se superpone el deseo de expresar el propio temperamento y, a través del contacto con la naturaleza, poder liberar los sentimientos sin freno. La emoción, el gusto por lo extraño y lo «frenético» nacieron antes en la literatura que en la pintura. La influencia de escritores como Goethe, Chateaubriand o Byron fue considerable. En Alemania se perfila la idea de una síntesis de las artes. La búsqueda de lo irracional y del sueño, en Füs-sli o en Goya, va acompañada también de un retorno al pasado; pero ya no se trata del mun-do antiguo, sino de la Edad Media que, con la pintura trovadoresca, por ejemplo, da lugar a una interpretación poética. Con LOS apestados de Jaffa (1804), de Gros, los acontecimientos contemporáneos se representan como una epopeya en la que las gestas tienen un valor simbólico y contribuyen a la propaganda del héroe moderno, en medio de un mundo de color y ya exótico.

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