Retrato del avión: el milagro del vuelo

El fuselaje

Los primeros fuselajes estaban constituidos por ensambladuras de troncos de bambú atirantados, es decir, unidos por hilos metálicos que el piloto podía, a su elección, tensar o destensar. Al bambú le sucedió la madera y a ésta el metal. Pero los constructores procuraron también asegurar ensamblajes sólidos que ofrecieran gran seguridad, permitiendo, al mismo tiempo, la producción en serie. Entre 1920 y 1940, la evolución llevó al empleo de fuselajes semimonocascos: mediante la utilización de bastidores se daba al fuselaje la forma y la sección deseadas, procediéndose a recubrir el conjunto con un revestimiento metálico llamado «revestimiento-soporte», capaz de resistir esfuerzos importantes. Desde 1950 se utiliza la técnica fail safe, que produce estructuras susceptibles de absorber deformaciones que no impliquen la ruptura de un elemento vital. Los esfuerzos son absorbidos por el conjunto, y no por una pieza maestra. Así, en caso de quiebra de un elemento, el resto de la estructura no se ve afectado, y el avión puede continuar volando. Finalmente, y en su forma, el fuselaje se ha adaptado a las necesidades del vuelo, en especial a las del vuelo supersónico. En el caso del Concorde, el fuselaje es largo, estrecho y dotado de una punta muy afilada.

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