Un ritmo para crecer

El comienzo de la vida

Al salir del huevo o del organismo materno, el animal puede ofrecer, si exceptuamos el tamaño, el mismo aspecto que sus padres. Este desarrollo directo caracteriza a los mamíferos, a las aves, a numerosos peces y, entre los invertebrados, a los caracoles, a la babosa, a algunos crustáceos o insectos sin alas. También puede ocurrir que la cría sea sensiblemente diferente a sus padres y sólo se parecerá a ellos tras algunas modificaciones más o menos profundas. En este desarrollo indirecto las formas que tienen los pequeños se llaman larvarias (de larva, que significa máscara), lo que quiere decir que la personalidad real del animal está oculta, y se revelará progresivamente y con lentitud, como ocurre con los moluscos cefalópodos. En muchos otros animales, la evolución de las larvas al estado adulto se hace sin transición, mediante una metamorfosis. Las etapas del ciclo vital que transcurren entre el huevo y la mariposa son 3: larva u oruga, que muda varias veces; ninfa o crisálida, que sale del capullo; y, por fin, la imago (imagen), fase en la que el animal se ha desprendido de la máscara y se muestra con su verdadero aspecto específico. En muchos insectos la metamorfosis pone punto final al crecimiento. Mientras la existencia de las larvas de las moscas llamadas Efímeras, se puede prolongar de uno a tres años, la duración de la vida de los adultos sólo es de unas horas (moscas de un día). La larva de la cigarra americana vive diecisiete años, mientras que el adulto apenas vive una semana.

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